Luego de una agotadora jornada de trabajo de más de 8 horas, solo quería llegar a mi casa, darme una ducha y echarme a dormir en mi cálida cama, pero me esperaba una agradable e inesperada sorpresa, al llegar, encontré a mi novia tirada en la cama boca abajo totalmente desnuda, la semiluz que entraba a la habitación denotaban aún más sus prominentes curvas, su hermoso color de piel morena y lo sublime del glorioso camino hacia el final de su espalda.
De repente la noto estremecerse aún sin darse cuenta de mi presencia, veo sus manos entrar y salir delicadamente de su entrepierna emitiendo un gemido de placer que sacudió completamente mis sentidos, inmediatamente siento el fuego de la pasión recorrer todo mi cuerpo, mi sangre fluye cual volcán en estado de ebullición, y sin poder evitarlo, mi mente y mi cuerpo me ordenan avanzar hacia ella, sigilosamente, cual bestia al acecho lista para devorar a su suculenta presa.
Al sentir mi presencia no mostró ninguna sorpresa, solo me miro y sonrió dulcemente, invitándome a compartir su lecho húmedo tras largos ratos de agónicos deseos, en los cuales busqué afanosamente ahogarme cual sediento en el desierto, ahogarme en sus erguidos senos, en sus labios, en sus piernas, y nos llego la noche.